Mack-arrones con queso - Episodio 1
by Kayla Parent
El momento más embarazoso de mi vida ocurrió un martes.
Desperté enferma como un perro.
Garganta dolorida...
Nariz entupida...
Apenas podía salir de la cama.
Así que hice lo que cualquier mujer de 23 años haría...
Llamé a mi madre.
Ayúdame. Me estoy muriendo.
No te estás muriendo.
¿Quieres que te lleve una sopa después del trabajo?
¿Después del trabajo?
Pero para eso falta mucho.
Lo siento, cariño.
Hoy no me puedo ir temprano.
Uf, bueno.
Yo me la voy a comprar.
Después de colgar con mi mamá, salí de la cama.
Literalmente me arrastré.
¿Podría arrastrarme hasta el supermercado?
Probablemente no.
Vi lo que llevaba puesto.
¿Pijama de ponis?
Sí.
¿Musculosa blanca manchada con helado de chocolate?
Sí.
¿Cabello a medio camino entre moño y cola de caballo?
Sí.
Estaba claro que me veía tan bien como me sentía.
Pero igual salí y caminé las dos cuadras hasta la tienda.
Había ido a comprar sopa...
...Pero media hora más tarde, salí con galletas de queso.
Una caja azul de macarrones con queso.
Ruedas de queso.
Queso procesado en fetas.
Medio kilo de mozzarella fresca.
Y, por supuesto, mi favorito...
Una lata grande de queso en aerosol.
¿Ya les dije que estoy obsesionada con el queso?
También tomé un regalo de cumpleaños para mi hermano...
Laxantes.
Me reí entre dientes, imaginando su expresión cuando lo abriera frente a su novia nueva.
Soy una hermana tan graciosa.
De camino a casa con todos mis bocadillos, me dio hambre.
Así que saqué el queso enlatado.
No fue mi mejor momento, lo sé.
Tiré la cabeza hacia atrás y apreté la boquilla.
Deli.
Qué rico.
Cuánto queso.
Pero...
Me di de frente contra una pared de ladrillos.
No, no era una pared de ladrillos. Era…
Mis ojos subieron y bajaron... Dios mío.
Era Mack.
O sea, mi vecino que se parte de lindo.
O sea, el chico al que nunca me animé a hablarle.
Me hubiera disculpado por chocarme con él...
Pero mi boca estaba llena.
Sin mencionar que él estaba ocupado recogiendo mis compras.
Porque aparentemente, solté mi bolsa.
Fue entonces cuando me cayó la realidad de la situación.
Estaba vestida como una zaparrastrosa.
Tenía la nariz más roja que un payaso.
La boca llena de conservantes enlatados...
Y mi vecino guapo estaba recogiendo mi queso de la calle.
Y en este momento exacto, recogiendo los laxantes de mi hermano.
Este fue el momento más embarazoso de mi vida.
Mack se aguantaba la risa.
Chillé de horror y logré tragarme el queso.
¡No son para mí!
Dios mío, ¿acabo de escupirle?
Sus ojos marrones me recorrieron de la cabeza a los pies.
Estaba segura de que toda mi cara estaba roja.
Al menos me camuflaría la nariz.
El peso de la humillación me golpeó y estornudé.
Tres veces seguidas.
Esto no podía estar pasando.
Fue tan irreal que sacudí la cabeza y comencé a reír.
Como una lunática.
Mack, comprensiblemente, dio un paso atrás.
Intenté controlarme.
Pero la risa se convirtió en un escandaloso ataque de tos.
Me doblé con la fuerza de la tos.
Cuando terminé, me tapé la cara con las manos para ocultar mi vergüenza.
Y fue entonces cuando lo oí reír.
Oye, ¿estás bien?
¡¿BIEN?! ¿Si estaba bien?
Tenía que ser honesta.
No.
Estoy lejos, lejos de estar bien.
¿Hay algo que pueda hacer?
Me quité las manos de la cara.
Sí, en realidad sí hay algo que puedes hacer.
Olvida para siempre este desastroso y patético primer encuentro.
Él intenta otra vez no reírse.
Pero tengo tantas preguntas.
Mira, estoy enferma.
Normalmente intento un poco más no parecer un basurero andante.
Y sí, antes que lo preguntes, ME GUSTAN los ponis.
Soy nostálgica.
Además, como queso cuando estoy enferma.
Así de simple.
Por último, es el cumpleaños de mi hermano la semana que viene y compré los laxantes como una broma.
...Para avergonzarlo frente a su nueva novia.
Claramente, esto es el karma devolviéndome la broma.
Terminé mi pequeño discurso con otro estornudo cargado.
Los ojos de Mack brillaban de alegría.
Si te hace sentir mejor...
No creo que parezcas un basurero andante.
Bueno, entonces deberías verme en un buen día.
Te dejaría boquiabierto.
Echó la cabeza hacia atrás y se rió.
Desafortunadamente, yo no pude encontrar nada gracioso sobre la situación.
Habiendo dicho esto, yo me voy.
Voy a pretender que esto nunca sucedió.
Y espero que tú hagas lo mismo.
Caminé frente a él hacia la puerta de mi casa.
Pero luego lo escuché gritar detrás de mí.
¡Fue un placer conocerte!
Me giré para mirarlo enojada. Él solo se volvió a reír.
Cuando abrí la puerta de mi casa, se rompió la bolsa de compras.
La frutilla de la torta.
Miré a la calle y vi que todavía me estaba mirando.
Lo saludé con la mano y torpemente pateé todo adentro.
Luego me escondí en la bañera durante las siguientes tres horas.
Por si te lo preguntabas…
La vergüenza no se quita con jabón.
Era como la hora de la cena cuando sonó el timbre.
Me arrastré desde el sofá.
Se me cayó la boca al piso cuando vi quién estaba afuera.
¿Qué estás haciendo aquí?
Levantó un bol humeante.
No tuve oportunidad de presentarme. Soy Mack.
Dejaste la caja de macarrones con queso afuera.
Así que pensé que ya que estabas enferma...
Lo haría por ti.
Parece que hay suficiente para dos.
¡Quién lo hubiera dicho!
Punto para esta chica de nariz roja.
Miré al bol de deliciosa pasta con queso.
Miré al hombre que la hizo, sus ojos marrones brillando.
Luego sonreí y abrí más la puerta para que entrara.
Soy Jesse. Mucho gusto en conocerte, Mack.
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